Sex, Drugs & Innovation
El Venture Building como nunca te lo han contado. Paleontología, química y caminos sin retorno. Por: Javier Amador Cabrera.
Se deroga la censura de prensa, el Betis levanta la primera copa de SM el Rey, 583 personas pierden la vida en el choque de dos Boeings 747 en Los Rodeos (Tenerife) y George Lucas cambia para siempre la historia del cine, se estrena Star Wars. Mientras tanto, un chico de Essex (UK) afectado por la polio, bastón en mano y a ritmo de tres por cuatro, cantaba la que sería sin duda una de las grandes banderas de la rebeldía, el chico se llamaba Ian Dury, la canción, Sex and drugs and Rock and Roll.
Bienvenidos a 1977
Algunos años después
44 años más tarde, o lo que es lo mismo, hace unos seis meses, me topé con un mundo hasta la fecha desconocido, hablamos del Venture Building, y me tiene completamente desconcertado. Pero he descubierto algo… que me desconcierta aún más…
Empecemos por el principio
Toda mi trayectoria laboral, casi un tercio de mi vida, me lo he pasado en el sector de la consultoría estratégica y de negocio, trabajando con motivación, ganas y energía. Personalmente no concibo el trabajo de otra forma y en general suelo encontrar la motivación en los lugares más insospechados, improbables o de difícil acceso. Lo interesante es que, hasta entonces, y en término generales, había estado bastante bien, incluso cuando mi entorno estaba entre regular y mal. Durante 9 años, aprendí a nadar en un mar rojo en el que la mayoría, optaba por sentarse en el fondo y maldecir su suerte entre la pusilanimidad y el mal sabor del café de una máquina de vending con el dibujo de un pelicano. También rojo.
Chico conoce a empresa
De repente, y por eso de La buena suerte , se cruza en mi camino este maravilloso mundo del Venture Building, pero no de manera directa. Es un artículo el que me va llevando hacia el concepto, es Ana, es tremendamente fresco, inteligente, distinto. Es mi flechazo 1/3.
Indago, sigo el rastro de migas, de un artículo a otro, de Medium a Linkedin, de Linkedin a la web, busco una casualidad, ahí está, una oferta de trabajo, creo que encajo, me encanta, investigo, me gusta más, me acojono, aplico. Me llaman, leo, pregunto, pido ayuda, no duermo, mi hija de 6 meses tampoco, presento un caso, veo un brillo mágico en la cara de mis entrevistadores, flechazo 2/3.
Última fase, conozco al resto del equipo, me siendo abrumado, saboreo la atmósfera, me encanta el sabor, ¿Qué hago yo aquí?, síndrome del impostor, flechazo 3/3, me hacen oferta, acepto, estoy en Igeneris.
Hoy, el brillo en los ojos de mis entrevistadores, ahora compañeros, sigue ahí, y yo paso de trabajar con motivación, ganas y energía en mitad de un mar rojo, a trabajar con una devoción que roza la adicción. Todos y cada uno de los días desde entonces han sido laboralmente muy felices.
Mi pregunta favorita ¿Por qué?
¿Por qué es tan tremendamente distinto esto? ¿Por qué la gente viene feliz a este sitio y vuelve feliz a casa? ¿Por qué siento una especie de adicción? ¿Por qué sueño literalmente con lo que hago durante el día? ¿Por qué siento que no debería cobrar por hacer esto (Igeneris, no escuches esto último)? Y entonces se me viene a la cabeza una gran frase, de uno de mis podcasts de cabecera, Kaizen del gran Jaime Rodríguez de Santiago
“Hazlo siempre por la princesa, nunca por las monedas”
Y esto me hace pensar. ¿Será esta mi princesa? ¿Fue siempre el Venture Building mi vocación tácita (hubiera sido muy nerd y alguna colleja me hubiera caído en el colegio… con razón)? Me respondo inmediatamente:
Imposible, de pequeño siempre quise ser paleontólogo, y esto no se parece en nada. ¿O sí?
¿De que va esto?
El Venture Building que conozco y hago, que además tiene apellido (Corporate Venture Building) va de 3 cosas principalmente:
Diseñar nuevos modelos de negocio. Y esto lo hacemos entendiendo bien los Jobs-to-be-done o necesidades reales no resueltas, retando los dogmas de la industria en cuestión (esas verdades que damos por ciertas, pero que no necesariamente tienen que serlo), identificando las verdaderas competencias clave de las empresas (las que de las hacen únicas en su especie), y prestando mucha atención a los nuevos paradigmas que irrumpen en los sectores (o que irrumpirán) y las nuevas tecnologías emergentes.
Testarlos en el mercado. Testamos en el mercado real los modelos que diseñamos a través de MVPs (minimum viable product) y versiones BETA de la manera más lean posible. Así, generamos de manera rápida ese aprendizaje validado que nos ayuda a ajustar o pivotar cada modelo para reducir la incertidumbre y asegurar el éxito.
Incubar y escalar. Aquellas ventures con resultados prometedores, y esto es, superar satisfactoriamente la fase de testing, pasarán a la fase de incubación. Aquí pondremos toda la carne en el asador para hacer que lo que empezó como una idea en una pizarra, acabe siendo una realidad tangible, una venture real, con capacidad para resolver esas necesidades de una manera innovadora, y con capacidad para escalar.
Aparentemente poco tiene esto que ver con la paleontología.
¿Será una cuestión de química?
Y no hablo en sentido metafórico, hablo en sentido científico de la palabra. Ahora empezamos a alucinar y a conectar mundos.
¿Qué tienen en común la paleontología con el Venture Building? Voy un paso más allá, ¿por qué nos gustan las historias de piratas, exploradores, aventureros y descubridores? ¿Y por qué me emperro en compararlo con mi trabajo? ¿En qué se parecen? Supongo que ya lo habéis adivinado. Nos gustan, porque nos encanta descubrir lo desconocido, ser los primeros en profanar esos lugares vírgenes. Ya sean intelectuales, digitales o físicos. Y esto, bien lo confirma la neurociencia, mirad el estudio de Emrah Düzel de la University College de Londres.
Amigos, estamos generando curiosidad y expectación, y la expectación pone al hipocampo de nuestro cerebro a funcionar, y cuando encontramos la solución o el descubrimiento en cuestión, se activa nuestro sistema de recompensa, et voilá, se generan grandes buenas cantidades de dopamina y oxitocina, dos de las conocidas como hormonas de la felicidad. Ojo, también están íntimamente ligadas con las placeres y las adicciones. El sexo por un lado y las drogas por otro (que NO van en el mismo saco), hacen que químicamente liberemos también esas sustancias.
Al inicio os hablaba del Sex and Drugs and Rock and Roll y lo hice porqué me daba pie a hablaros de porque este trabajo genera adicción real, pero también por la rebeldía que simboliza. En el mundo del Venture Building, la Innovación en Modelos de Negocios o Business Design, como más te guste, sin rebeldía puedes darte por muerto. Sin rebeldía no hay gloria ni éxito, sin retar el status quo de las cosas, nos mantendremos estáticos, y entonces ni progreso ni disrupción.
Os presento mi profesión, Venture Builder, una profesión para rebeldes tremendamente adictiva.
¿Te atreves?
Por cierto, el famoso riff del Sex and Drugs and Rock and Roll no es de Ian Dury… Éste se lo robo a Charlie Haden de su canción Ramblin, y éste, a su vez lo robó del tema folk, Old Joe Clark. Así que nada Ian, 100 años de perdón para ti, y un mínimo reconocimiento al viejo Joseph.