'AI for Good': cuando innovación se encuentra con propósito
En este espacio vas a encontrar un artículo escrito por Cristina García-Mochales sobre cómo usar la inteligencia artificial con un propósito social. Tiempo estimado de lectura: 9 minutos.
'AI for Good': cuando innovación se encuentra con propósito
Pocas tecnologías han redefinido nuestro presente con la velocidad y el vértigo de la Inteligencia Artificial. Lo que hace un par de años parecía ciencia ficción, hoy son herramientas que impulsan startups, aceleran descubrimientos científicos y transforman la manera en que interactuamos con el mundo digital.
Estamos claramente ante un cambio de paradigma, y la conversación ya no es sobre si la IA llegará, sino sobre cómo utilizarla para diseñar el futuro.
Sin embargo, este panorama de oportunidades convive con grandes riesgos. La capacidad de la IA para aprender de nuestros datos la convierte en un espejo perfecto de nuestros sesgos históricos; su poder para generar contenido realista puede ser instrumentalizado para la desinformación a escala; y su eficiencia sobrehumana nos obliga a cuestionar el futuro del trabajo. Al final, estos no son fallos de la tecnología, sino reflejos de los desafíos a los que nos enfrentamos al dirigirla.
El poder de la IA es agnóstico; su impacto depende enteramente de la intención de quien la diseña y la implementa.
Y es precisamente en esa "intención" donde emerge una idea que a menudo se pasa por alto. Hay algo que la IA no posee y (probablemente) nunca poseerá: propósito y conciencia. Puede procesar el "qué" y el "cómo" a una velocidad sobrehumana, pero el "por qué" sigue siendo un dominio exclusivamente humano.
Más allá del debate filosófico, este «propósito» empieza a aparecer como un nuevo potencial activo estratégico. Como argumentan en el artículo de Product Latam "El futuro es humano: por qué tu conciencia es la nueva ventaja competitiva", en un mundo donde las capacidades técnicas de la IA se comoditizan, nuestra capacidad para dotar a la tecnología de empatía y propósito se convierte en el gran diferenciador.
En este contexto emerge con fuerza un movimiento global que busca decantar la balanza hacia el lado correcto: «AI for Good».
Si bien esta iniciativa cuenta con el impulso de organismos como la ONU y gigantes tecnológicos como Google y Microsoft, el motor principal de este cambio es una nueva generación de startups, emprendedores y fondos de capital riesgo, todos unidos por la siguiente visión:
"AI for Good" : La aplicación intencionada del poder de la inteligencia artificial, no sólo para generar valor económico, sino para diseñar soluciones a los desafíos más importantes de la humanidad: desde el cambio climático hasta la desigualdad en el acceso a la salud y la educación. ("AI for Good Global Summit”)
Pero ¿cómo se articula esta visión en un modelo de negocio?
IA para la democratización de la tecnología
Si consideramos que la ventaja competitiva reside en el propósito humano, la gran noticia es que la IA está democratizando las herramientas para poner ese propósito en acción a una escala sin precedentes. Históricamente, las grandes revoluciones tecnológicas han tendido a concentrar el poder en manos de quienes poseen los recursos para desarrollarlas y desplegarlas. La IA, paradójicamente, presenta una oportunidad única para romper este molde.
Gracias a la nube y a los modelos de código abierto, la capacidad de generar un impacto significativo ya no está reservada a quienes poseen laboratorios multimillonarios. El capital tecnológico y financiero, que antes era el principal obstáculo, ha pasado a un segundo plano, permitiendo que la claridad de un propósito sea el verdadero motor de la innovación con impacto.
Así, un equipo con la misión de proteger el Amazonas ya no necesita ser una agencia espacial para realizar su propósito. Puede, por ejemplo, revolucionar un mercado entero como lo ha hecho Pachama.
Su misión es combatir el 'greenwashing' y la falta de transparencia en los créditos de carbono a través de la IA. Esta no solo analiza imágenes satelitales, sino que las fusiona con datos LiDAR—Light Detection and Ranging (Detección y Medición por Luz)— y otros sensores remotos para crear modelos 3D de los bosques, verificando de forma rigurosa y transparente cuánto carbono captura realmente un proyecto.
Este enfoque ha generado tal confianza que son la plataforma elegida por gigantes como Shopify, Microsoft y Salesforce para sus inversiones en conservación.
De igual forma, una startup con el objetivo de llevar diagnósticos de alta calidad a zonas remotas, no necesita construir un hospital. Puede seguir el camino de Qure.ai, que, tras levantar más de 120 millones de dólares por la eficacia de su tecnología, ha logrado desplegar su plataforma en más de 80 países.
Su IA utiliza algoritmos de deep learning para analizar radiografías en segundos y detectar más de 30 anomalías distintas, democratizando así el acceso a un diagnóstico de nivel experto y llevando respuestas vitales sobre tuberculosis o cáncer a lugares remotos donde antes era impensable.
La IA como catalizador de la innovación
Si la tecnología se vuelve más accesible, la innovación, por definición, se acelera. La IA es un catalizador sin precedentes en este sentido, ya que reduce de forma radical dos de los mayores frenos de la innovación: el coste y el tiempo de la experimentación.
Lo que antes era un camino largo y prohibitivo, reservado para corporaciones con grandes departamentos de I+D, ahora es un campo de juego abierto. Un equipo ágil de Venture Building puede, en cuestión de semanas, usar modelos de IA pre-entrenados para dar vida a una solución y testearla en el mercado real, un proceso que antes consumía meses y presupuestos de seis cifras.
La energía ya no se consume en el cómo construir el motor, sino que se invierte en el dónde dirigir el vehículo: en una investigación de mercado más profunda, en la validación ética del problema y, sobre todo, (si esa es la intención) en dirigir la tecnología hacia un problema significativo y desatendido.
Liberando así nuestro recurso más valioso —el ingenio humano— de los obstáculos técnicos y temporales, se abre un universo de posibilidades para la innovación. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en un mercado cada vez más inundado de nuevas herramientas de IA, la tecnología por sí sola deja de ser una ventaja. La oportunidad real en el ecosistema del impacto no es construir "otra" IA, sino ser quien la dirige hacia un problema significativo y desatendido. La IA no solo abarata la innovación; la eleva.
El reto ya no es '¿podemos construirlo?', sino '¿por qué deberíamos construirlo?'
‘AI for Good’ el valor del propósito
Es precisamente en la aplicación del «AI for Good» donde creemos que la estrategia de negocio y el impacto social pueden converger con mucha más fuerza. Hace más de un año, en nuestro artículo "Datos, el nuevo ‘core’ que puede cambiarle la vida a tu empresa", hablamos del dominio de los datos como competencia clave. Hoy, queremos re-abrir el debate y añadir una capa superior a esa pirámide:
Los Datos son el combustible.
Inteligencia Artificial es el motor.
El Propósito es el conductor que elige el destino.
Un motor potentísimo (IA) sin combustible (Datos) no arranca. Pero sin un conductor (Propósito), es solo una máquina sin dirección, incapaz de generar un impacto real o, peor aún, peligrosa. Es la intención humana la que, gracias a la IA, ahora puede llevar cualquier misión a una escala y velocidad sin precedentes.
Este enfoque, como vimos en el caso de Remedios del Bosque, no es filantropía, sino una estrategia de modelos de negocios rentables y escalables. Un negocio impulsado por un propósito fuerte y auténtico, construye el foso competitivo (moat) más profundo de todos, basado en la confianza, la lealtad y la capacidad de atraer al mejor talento.
Un ejemplo perfecto de este enfoque es el de Norrsken Foundation—uno de los ecosistemas de impacto más grandes del mundo— que acaban de anunciar que destinarán 300 millones de euros de su capital a la inversión en startups europeas que apliquen la IA “para el bien” en soluciones que aborden los grandes retos en clima, salud, alimentación y sociedad. Esta decisión estratégica materializa la idea central de que, en palabras de su fundador, Niklas Adalberth: la tecnología debe servir para «arreglar lo que realmente importa».
Innovar con conciencia
La conversación sobre Inteligencia Artificial está madurando. Como hemos visto, en un mundo donde el poder de cómputo se vuelve accesible para todos, la tecnología deja de ser el fin para convertirse en el gran habilitador. La verdadera fuente de valor, el activo irremplazable, reside en la conciencia humana: en nuestra capacidad para definir un propósito, para identificar un problema que merezca ser resuelto.
Para nosotros en Igeneris, este debate es una parte fundamental de nuestra práctica. Nuestro trabajo consiste en diseñar y construir los negocios del mañana, y creemos firmemente que alineando el poder exponencial de la IA con un propósito genuino, las empresas pueden catalizar el progreso de una manera más inclusiva, responsable y, en última instancia, sostenible.
Por eso, la corriente "AI for Good" no debe entenderse de forma aislada como un nicho de impacto social relegado a las organizaciones sin ánimo de lucro, sino como vanguardia de la estrategia de negocio inteligente.
Al acompañar a grandes corporaciones en la construcción de sus propias ventures, la pregunta que nos hacemos, y que extendemos a nuestros clientes y colaboradores, ya no es solo '¿qué podemos construir con esta nueva tecnología?', sino '¿qué futuro queremos realmente construir?'.
La Inteligencia Artificial nos da una palanca de una fuerza sin precedentes; el propósito nos indica hacia dónde dirigirla.
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